Nuestra historia

No siempre hemos tenido el mismo logo…

Han pasado ya 28 años desde que en 1991, con mucha ilusión y similar dosis de incertidumbre, echaron a andar en el colegio Santa María del Pilar de Zaragoza los Grupos Chaminade, verdadero nombre de una novedosa propuesta que sería muy pronto popularmente rebautizada como Chamis. Se trataba de una oferta para chavales de 2º de BUP, 3º de BUP y COU que desearan profundizar en la fe desde un estilo abierto y cercano, acompañados por antiguos alumnos que habían decidido dar el paso de convertirse en timoneles de aquel barco a punto de zarpar: nuestra primera generación de monitores. Desde entonces, gracias a la coordinación y el buen hacer de Julio Ruiz de Zárate, Joaquín Cerezo, Joserra Altuna, Paco Sales, Hugo Diego Akaiturri, Lander Gaztelumendi, José María Felices, Pedro Martínez de Salinas y, desde septiembre de 2017, Agustín Ezquerra, y a la entrega generosa de los animadores que han derramado sus dones y su vida en los chavales que ya forman parte de la historia de nuestro grupo, aquel sueño ha ido poco a poco consolidándose, creciendo en fuerza y en espíritu, y ensanchando su mirada hacia nuevos desafíos.

Muchos son los cambios que, echando la vista atrás, podemos encontrar en nuestra humilde pero hermosa trayectoria. Aquel estilo más cercano a la catequesis de los primeros tiempos fue evolucionando hacia una dinámica más vivencial; de vernos sólo en las reuniones de los viernes pasamos a proponer, cada vez con mayor fuerza, convivencias y actividades especiales que pudieran convertirse en oportunidades más propicias para el encuentro con el otro y con Jesús; el cambio de siglo nos trajo la ampliación a los cuatro cursos de Secundaria y dos de Bachillerato (¡más vida!) y una progresiva sintonía con lo que se empezaba a soñar a nivel provincial; el equipo de monitores fue creciendo en número y en perspectivas… En definitiva, sentimos que hemos avanzado en el camino, en un camino que ha necesitado de cada uno de sus pasos y que, de cualquier forma, siempre ha tenido la misma meta: intentar llevar al corazón de los chavales que Dios ha puesto en nuestras manos Su amor a través de nuestro débil pero ilusionado testimonio.

Nuestro primer campamento en el Pirineo: Plan 2005.

Muchos son los retos que en los últimos años nos hemos sentido llamados a afrontar para seguir creciendo en nuestra labor educativa. Algunos se han hecho especialmente visibles: el destacado aumento en el número de chavales que optan por incorporarse al grupo; nuestra constitución en asociación juvenil; el esfuerzo realizado en la adquisición de infraestructura para nuestras actividades de verano; la organización, por primera vez en nuestra historia, de campamentos en el Pirineo (desde Plan 2005 hasta Oza 2017); la ampliación del equipo de monitores; nuestra instalación en una sala propia; el lanzamiento de la página web; las celebraciones del XV, XX y XV Aniversario del grupo (en la que tuvimos la posibilidad de reencontrarnos con tantos monitores que han contribuido a este presente esperanzador)… Pero otros, no por más silenciosos, nos han de pasar desapercibidos. Y es que nada de lo anterior habría tenido sentido si no hubiéramos tratado al mismo tiempo de conocer con mayor profundidad a nuestros chavales, de mejorar en nuestra labor de acompañamiento personal, de crecer en nuestra formación como animadores y como cristianos, de cultivar nuestra interioridad y la de los grupos de los que nos hacemos responsables, de hacernos más cercanos y accesibles a las familias, de formar un equipo cada vez mejor compenetrado con los otros agentes de la Pastoral colegial, de reflexionar sobre cómo podemos trabajar los temas sociales y de Justicia y Paz de manera transversal a lo largo de la trayectoria de seis años que ofrecemos a nuestros chicos… Éstos han sido algunos de los objetivos más recientes que nos hemos planteado. Con sencillez y alegría, intentamos día a día hacerlos más presentes en la realidad del grupo y de nuestra vida cotidiana.

Más de 150 chavales y 25 monitores formamos en la actualidad la pequeña gran familia de Chamis, y tratamos de seguir llenando de Vida (con mayúscula) aquel proyecto que algunos valientes intrépidos comenzaron a soñar hace ya más de veinticinco años. Fruto de su esfuerzo y del de todos los que se han dejado a lo largo de este tiempo un pedacito de sus vidas en nuestros chavales, hemos podido llegar hasta aquí. Los que ahora tenemos la responsabilidad de llevar este sueño adelante intentaremos, sencillamente, con todas nuestras limitaciones, seguir fieles a ese “Haced lo que Él os diga” con el que María da sentido a nuestra misión y nos impulsa en cada instante a querer con locura a nuestros chavales, a tratar de transmitirles la Buena Noticia del Amor y a renovar con ellos la confianza en un mañana mejor para este mundo.